¡¿Sabías qué?!
La mayoría de las muertes relacionadas con atoramiento y sofocación ocurren en el primer año de vida.[Ref:43]
Debido a que la laringe desciende hacia el cuello después del primer año de vida, los humanos nos convertimos en miembros de la casi única especie sobre la tierra que tiene frecuentes problemas de atoramiento.[Ref:8]
Cuando nacemos, el paladar blando se acopla con la epiglotis y la base de la lengua, protegiendo la vía aérea al deglutir. Entre el primer y segundo año de vida, la laringe desciende hacia el cuello para permitirnos hablar. Esto implica que los pasajes para la deglución de los alimentos (línea verde) y para la respiración (línea azul), están parcialmente compartidos, lo que aumenta el riesgo de atoramiento.
El mayor riesgo de atoramiento lo teníamos cuando éramos bebés, alrededor de los dos años, por dos razones: No teníamos muelas para masticar apropiadamente los alimentos para convertirlos en una pasta segura para tragar y porque explorábamos nuestro entorno metiéndonos en la boca todo lo que encontrábamos a nuestro paso cuando gateábamos o cuando aprendíamos a caminar. Casi todo a nuestro alrededor era un riesgo de atoramiento.
Aun si un niño o un adulto han comido ciertos tipos de alimentos y no se han atorado, todavía pueden atorarse con esos mismos tipos de alimentos más tarde.
El atoramiento es un problema se salud pública alrededor del mundo. Infortunadamente, no suficientes padres o cuidadores conocen los riesgos o medidas de prevención del atoramiento.
La mayoría de las muertes relacionadas con atoramiento y sofocación ocurren en el primer año de vida.[Ref:43]